Encontré una polilla muerta en el suelo. El otro día la vi jugando, junto a una amiga.
Era de noche y entraron por la ventana. Volaron alrededor mío, pero yo ya no quiero recibir más mensajes de las hadas, así que moví mi cabeza negativamente, para espantarlas.
Su corto tiempo de vida se pasó, mientras recorrían una y otra vez, las paredes blancas de mi cuarto.
Las emisarias murieron en la acción.
Su entereza y fidelidad me conmovieron.
Así fue como hoy entré aquí, -como hace muchos días- a comunicarles a todos su grandeza.
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